viernes, 11 de diciembre de 2015

Es una utopía

Es una utopía
Por Laura Szmuch

Una maestra se molestó con la  charla para docentes que di en su escuela.
Dijo que lo que yo proponía no podía hacerse.
Que los padres, que las autoridades, que el sistema.
“Es una utopía”, dijo.
Tal vez tenga razón. Sin embargo, ¿qué tienen de malo las utopías?

Una nueva escuela es posible.  Y solo es posible si nos preparamos para ella.
¿Quiénes y cómo nos preparamos para empezar a modificar la forma en que enseñamos y aprendemos?
Los protagonistas somos todos: los niños, los jóvenes y los adultos, seamos padres, abuelos, docentes, directivos.
¿Y la forma de hacerlo?
Antes que nada, darnos cuenta de que hay mucho que en el sistema actual no está funcionando. Algunas cosas son muy buenas, pero otras deben cambiar. Hasta que no seamos capaces de hacer una buena autocrítica, no va a ser posible ningún cambio. Si como docente me quejo del niño que envían los padres, y como padre me fastidio con los maestros, y supongo que ellos van a solucionar todo lo que no hacemos en casa, estamos en problemas. No obstante, si entre todos pensamos en los niños, la cosa empieza a cambiar… Y cuando digo niños, no me refiero a una masa, no hablo del “alumnado”. Cuando digo niños, digo cada uno de los bellísimos y maravillosos seres que están aquí, y que como adultos vamos a darles la bienvenida a este mundo.
¿Quiénes?
Todos. Insisto: todos.
¿Cómo?
Entre todos. Entre todos, y educándonos. La educación no es un tema solo de la escuela. La educación no es un tema solo de algunos años en la vida. La educación no es solo académica. Nuestra vida debería estar escolarizada, en el sentido de que seamos capaces de seguir aprendiendo siempre, tanto en el ámbito formal, es decir, en escuelas y universidades, como con otras propuestas educativas.  El desarrollo de la conciencia, de la presencia, de la plenitud es esencial. Aprender a estar en nuestro centro, y de volver a él cada vez que nos alejamos, le da calidad a nuestra vida. Más que datos, es imprescindible aprender a ser personas. Adultos congruentes entre lo que decimos y hacemos. Seres con objetivos claros y con sueños e intención de hacerlos realidad.

Para poder educar, primero debemos educarnos.
Ya no hay a quien culpar. ¿A quién  señalamos con el dedo acusador cuando nos damos cuenta de que somos nosotros mismos quienes debemos construir la realidad que queremos vivir?
¿Cuándo?
Ya mismo. No hay tiempo para perder. Los niños son niños ahora.
¿Qué vamos a esperar?
Lo que no hacemos ahora, se nos escapa… Aunque siempre estamos a tiempo para muchas cosas, los momentos que perdemos con los niños son difíciles de recuperar, ya sea como padres, como abuelos o como docentes.
¿Quiénes?
Nosotros. Todos. (¿Ya lo había dicho?) Insisto una y otra vez: TODOS nosotros.
¿Cómo?
Con humildad, paciencia, ganas y cooperación.
Con sueños individuales y sueños compartidos.
Con ganas y apertura para seguir aprendiendo.
Con la responsabilidad que nos da la conciencia de saber que lo que vivimos lo vamos creando nosotros mismos.
¿Cuándo?
Ya, ya, ya.
Ya mismo. La vida es hoy, este instante… Si invertimos nuestros momentos quejándonos en lugar de actuar, hacemos el peor negocio de nuestra vida. Invertimos mal nuestra energía y nuestro tiempo. Hagamos ahorro energético, y usemos los recursos para algo productivo desde lo emocional y vibracional.
Si miramos para otro lado cuando la oportunidad nos está diciendo, con voz de niño: “Mirame, escuchame, jugá conmigo”, nos lo perdemos. Se nos pasó… Si dedicamos tiempo y energía a pelearnos con la realidad,  esquivamos la posibilidad de soñar algo mejor, y dar los pasos para hacer realidad lo que deseamos.
Sí, enojate cuando creés que hablo de utopías.
Enojate porque cuando lo hacés, ya estas involucrándote.
Algo se está moviendo dentro de vos, algo te estás planteando.
Si te enojás, algo te tocó.
Y después del enojo, al que le damos la bienvenida, empecemos a soñar por una educación más humana, con adultos comprometidos, niños respetados en sus ritmos y necesidades, abuelos presentes y familias amorosas.
Ya sabemos que ahora no es así. En la mayoría de los casos, estamos lejos de la humanidad que muchos visionamos, deseamos y soñamos.
Sin embargo, si no nos tomamos el tiempo para pensarlo, diseñarlo y proponérnoslo, jamás va a suceder.
Bienvenidas las utopías.
Aprendamos a ser mejores.
Aprendamos con conciencia.
Aprendamos con sabiduría, para poder compartir algo de calidad con las nuevas generaciones.
¿Te sumás a esta propuesta?
Laura Szmuch es profesora egresada del INSP “Dr. Joaquín V. González”, entrenadora en PNL, Coach, y tiene una maestría en Psicología Cognitiva y Aprendizaje de la Universidad Flacso.

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